Fuerza Natural
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Los trenes nocturnos no se detienen,
pasan aullando tras las puertas de las casas. No se detienen.
Las bocas de los amantes no se detienen,
pasan mordiendo otras bocas en la sombra. No se detienen.
Los golpes mortales no se detienen,
rompen cristales y desgarran el silencio. No se detienen.
Las malas noticias no se detienen,
caen en medio del café del desayuno. No se detienen.
Y las aves migratorias no se detienen.
Y mis manos, por tu cuerpo, no se detienen.
Y mi vida no se detiene.
Y mi muerte no se detiene, no se detiene.
Y el minuto no se detiene.
Y los libros no se detienen, no se detienen.
Las cartas enviadas no se detienen,
cruzan continentes, llamaradas y batallas. No se detienen.
Las madres fecundadas no se detienen,
pasan gestando multitudes en sus vientres. No se detienen.
Los dados de la suerte no se detienen,
pasan repartiendo la fortuna o la desgracia. No se detienen.
Los pueblos revelados no se detienen,
son mutilados, dispersados pero avanzan. No se detienen.
Y las aves migratorias...
Los ríos subterráneos no se detienen,
pasan nutriendo cementerios y jardines. No se detienen.
Los altos proyectiles no se detienen,
trazan la estela que los lleva al objetivo. No se detienen.
Los trenes nocturnos no se detienen,
pasan aullando tras las puertas de las casas. No se detienen.
Las bocas de los amantes no se detienen,
pasan mordiendo otras bocas en la sombra. No se detienen.
Lo lleva atado al pie
como una luna atada
al flanco de un jinete
Lo juega, sin saber
que juega el sentimiento
de una muchedumbre.
Y le pega tan suave, tan corto, tan bello,
que el balón es paloma de comba en vuelo.
Y lo toca tan justo, tan leve, tan quedo,
que lo limpia de barro y lo cuelga del cielo.
Y se estremece la gente,
y le ovaciona la gente.
Lo lleva unido al pie,
como, un equilibrista,
unido va a la muerte.
Lo esconde, no se ve,
le infunde magia y vida
y luego lo devuelve.
Y se escapa, lo engaña, lo deja, lo quiere.
Y el balón le persigue, le ciega, le hiere.
Y se juntan y danzan y grita la gente.
Y se abrazan y ruedan por entre las redes.
Y se estremece la gente
y le ovaciona la gente.
¿Quién se llevó, de pronto, la multitud?
¿Quién le robó, de pronto, la juventud?
¿Quién le quitó, de un golpe, el hechizo mágico del balón?
¿Quién le enredó, en la sombra, la pierna el flanco y el corazón?
¿Quién le lleno su copa, en la solead?
¿Quién lo empujó, de golpe, a la realidad?
¿Quién lo volvió al suburbio, penoso y turbio, de la niñez?
¿Quién le grito en la cara, usted no es nada, ya no es usted,
ya no es usted señor, ya no es usted?
El último balón lo para con el pecho y junto al pie lo duerme.
Lo mira y sólo ve cenizas del amor que estremeció a la gente.
Y lo pierde en la hiera, lo deja, lo olvida.
No lo quiere, le teme, no puede, no atina.
Y se siente, de nuevo, enterrado en la vida.
Y el balón se le escapa, entre insultos y risas.
Y se enfurece la gente.
Y le abuchea la gente.
¿Quién se llevó, de pronto, la multitud?
¿Quién le robó, de pronto, la juventud?
¿Quién le quitó, de un golpe, el hechizo mágico del balón?
¿Quién le enredó, en la sombra, la pierna el flanco y el corazón?
¿Quién le lleno su copa, en la solead?
¿Quién lo empujó, de golpe, a la realidad?
¿Quién lo volvió al suburbio, penoso y turbio, de la niñez?
¿Quién le grito en la cara, usted no es nada, ya no es usted,
ya no es usted señor, ya no es usted?
Nuestro amor ha nacido,
fuera de las paredes,
en la noche,
en el viento,
en la tierra,
en el fuego.
Y, es por eso, que, el barro
y la arcilla y las flores,
saben como
tu te llamas
y te nombran
y te aclaman.
Porque, en la tierra,
nos sembraron juntos
y crecemos juntos,
florecemos juntos.
Y el mar conoce
nuestro amor y el beso
de la flor eterna
de los labios tuyos.
(bis)
Ellos todo lo saben,
no tenemos secretos
para el viento
y la noche
para el fuego
y la tierra.
Por la ventana rota,
vimos como, el invierno,
descifraba
nuestros besos,
nuestros nombres,
nuestros cuerpos.
Porque en la tierra...
Padre Viento va buscando,
por burdeles y pocilgas,
los despojos de las guerras,
cotidianas y perdidas,
y en las calles mas oscuras,
sin poder hallar salida,
se revuelca en la basura
y maldice hasta la vida.
Viejo amigo que se apiada
de los palidos muchachos
que se van hacia la nada,
por la boca de un balazo,
padre viento, que no es nada,
más que un aire que ha pasado,
que calienta toda el alma
como el pecho de un hermano.
¡Oh, Padre Viento!,
que, de pronto, te levantas,
con el polen de las flores,
con las alas de las aves,
con la nieve y los aviones,
y repartes energías y catastrofes
y un hombre te reclama tras su reja,
y ve en tí a todos los hombres.
¡Padre viento!, dale ayuda
con tu soplo al fugitivo,
porque tú eres de los nuestros,
tu también vas mal herido.
Borra todas nuestras huellas
y confunde los ocicos
de los perros sanguinarios,
que nos pisan el camino.
Viejo lobo delirante,
que se va y no sabe a donde,
no se acuerda de su fuerza
ni sus límites conoce.
Cuando rueda por el mundo
muerde el polvo como un hombre
y tan sólo le detienen
las pequeñas emociones.
¡Oh, Padre Viento!, cuando bajes
a tu guerra contra todo y contra nada,
llévame entre tu locura
polvorienta y mancillada,
quiero estar entre los tuyos,
dar sentido a mi batalla
y rodar contigo el mundo,
sin saber donde se acaba.
¡Oh, Padre Viento!,
que, de pronto, te levantas,
con el polen de las flores,
con las alas de las aves,
con la nieve y los aviones,
y repartes energías y catastrofes
y un hombre te reclama tras su reja,
y ve en tí a todos los hombres.
Me llamaste, con los ojos,
todos llenos de verdad,
con el cuerpo iluminado,
por las ganas de gozar.
Te miré, fuerte, a los ojos
pa' decirte mi pensar.
No me toques cuando bailas
porque me vas a hacer mal.
Me besabas en la boca,
te apretabas contra mí.
Me decías con el cuerpo
lo que había que decir.
Tu cintura entre mis manos,
caña de cañaveral.
Se movía como el paso
lento de la yarará
Dónde fuiste Rosa Luna
dónde te fuiste a bailar.
Yo le pido a la matumba
que te obligue a regresar.
Yo te dije, Rosa Luna,
que tú me vas a hacer mal.
no me toques cuando bailas
porque me vas a hacer mal.
Ahora dicen, mis abuelos,
que son cosas del pensar,
que jamás hubo una luna
ni una rosa en carnaval.
Que te busque en mi cabeza,
que es en donde anida el mal.
Que te mate en la memoria
pa' poder vivir en paz.
Ya le di la vuelta al mundo
y a las copas de olvidar.
Ya le di la vuelta al tiempo
y a los juegos de rezar.
Tanta vida, tantos años
sin parar de caminar.
Ya no hay puertas ni caminos.
Ya no hay nada que encontrar.
(repite)
Es pájaro nocturno,
con esmoquin de alquilar.
Su boca huele a musgo
de rincones de ciudad.
Recuesta su figura
sobre un piano fantasmal.
Y canta y gesticula
algún tango pasional.
Y las parejas mustias
se entrelazan y se van.
Y el pájaro termina
su gorjeo en soledad.
Debajo de la seda
de su esmoquin de disfraz.
No hay más que piel obrera,
donde aún se ve la cal.
Saluda hacia las mesas.
Pasa por caja a cobrar.
Y trepa la escalera.
Se lo traga la ciudad.
Al alba, la cerveza,
lo acompaña en algún bar.
Y cuelga de una silla
su quimérico disfraz.
Su rostro es cotidiano,
sin leyenda que contar.
Sus gestos son vulgares.
Se diría que no es más.
que un hombre haciendo tiempo,
sin saber bien que esperar,
bebiendo una cerveza
infinitamente real.
Debajo de la seda...
Es una fuerza natural.
Es como el pulso de la mar
cuando se rompen ya se arenan las montañas
También callando sentirás,
no deja nunca de horadar
y, tiempo al tiempo, va moliendo las murallas.
Es sorda y es descomunal
De boca en boca suele andar,
por las más solas y recónditas comarcas.
De pronto y en cualquier lugar,
se multiplica hasta explotar
y entre las manos brilla como brilla un arma
Tiene su nombre, su precio y sus enemigos.
Cuando la rompen despiertan todos sus hijos.
Y se producen los casos conmovedores.
Pueblos enteros gritando con voz su nombre.
No la han podido desterrar,
ni sobornar, ni asesinar,
vuelve y se escribe en las paredes vigiladas.
No tiene dueño ni color
No admite patria ni disfraz,
es toda entera o se revela y ya no es nada.
Se ha dicho que ella no se va,
que se la debe conquistar
y todo el mundo, a su manera, va a buscarla.
Y, el que se quiebra con luchar,
muere y despierta aún siendo más,
que se contagia de su amor y la reclama.
Tiene su nombre....
Es una fuerza natural...
Arañaré la tierra para hacerte una cueva
y allí mi Capitán te esperaré con flores en el lecho,
te esperaré en las piedras del más duro desierto
y en cada primavera te esperaré en la flor del limonero.
Adiós, amor, te llevo en las gotas de mi sangre
y con un cinturón de fuego, que me abrasa la cintura
yo te encontré en la lluvia que lavaba nuestros cuerpos
y te encontré en el beso y compartimos nieves y tormentos.
Te dejo nuestro amor como un puñado de tierra con semillas,
tal vez de nuestro amor vendrán al mundo amores y más vidas.
Defiende nuestro amor, que sea el agua que beban los sedientos.
Levanta nuestro amor, que lo propaguen las lluvias y los vientos.
Tal vez un día existan una mujer y un hombre
que a nuestro amor se acerquen y traten de tocar
y nuestro amor aún tenga la fuerza de quemarlos,
la fuerza de abrasarlos, así como, a nosotros, nos abrasó las manos.
Te dejo nuestro amor…
Recuerda, siempre, gira lejos de sus puños no te dejes sorprender.
Procura siempre que el no sepa que tu temes tanto como teme él.
Tus ojos dentro dentro de sus ojos, que le duela tu manera de mirar.
Tus brazos como dos palancas que él presienta que con el van a acabar.
Igual que, cuando, puerta a puerta, vas buscando quién te diga “puede ser”.
Con esa fuerza que no admite el desaliento, su defensa hay que romper.
Pegando como pega el hambre, sin saber si cae quien tiene que caer.
Sin darle tiempo que lo piense ni pregunte como, cuando ni el porqué.
¡Pega!, donde no espere tu golpe.
¡Pega!, donde le siegue el dolor.
¡Pega!, que en el mundo no hay lugar para los dos.
¡Pega!, no preguntes si se ha hundido en su rincón.
¡Pega!, que él no es nada más que un numero sin voz.
¡Pega!, que no existen ni la pausa ni el perdón.
Que, cuando suene el gong,
si llegas al final,
tu viejo corazón
sólo querrá olvidar.
La calle es larga, solitaria, nunca dejes que te alcancen corre más.
Jamás te caigas, no descanses, no preguntes si esto se puede cambiar.
Sobe la lona da lo mismo que la turba que recorre la ciudad.
No hay otra fuerza que esa fuerza que te viene de creer que tu podrás.
pega...
Por
una noche en la vida
déjame que me ría
de las penas de
amor,
y que me olvide bailando,
que la danza me limpie
el
cuerpo y el corazón,
que, cuando rompa las sombras el Sol,
no
faltaré a mi destino de hacer un camino
en las aguas del mar.
Mi
casa tiene las puertas
del color de mi alma
cuando yo salgo a
abrir,
y, aunque la vida se vaya,
por mis puertas regresa,
si
las abro por ti.
Y cuando besas mi boca y te vas,
desde mi
puerta te pido:
”Intenta un camino
en las aguas del
mar”
Yo
no conozco moneda
de valor más preciado
que la felicidad.
Se
gana y hay que gastarla,
yo la juego a la carta de una noche, no
más.
Si gano voy a cobrarte y pedir
que tu te vengas conmigo a
hacer un camino
en las aguas del mar.
Guirnaldas
y farolillos
y mi copa y la tuya llenas a rebosar
Vivan la vida
y el vino
y la gente que rompe a cantar y bailar,
que cuando
queme las sombras el Sol
en una playa dormidos
haremos
camino
en las aguas del mar.
Por
una noche en la vida
déjame que me ría
de las penas de
amor,
y que me olvide bailando,
que la danza me limpie
el
cuerpo y el corazón,
que, cuando rompa las sombras el Sol,
no
faltaré a mi destino de hacer un camino
en las aguas del mar.
Mi
casa tiene las puertas
del color de mi alma
cuando yo salgo a
abrir,
y aunque la vida se vaya
por mis puertas regresa
si
las abro por ti.
Y cuando besas mi boca y te vas
desde mi
puerta te pido:
”Intenta un camino
en las aguas del
mar”